miércoles, 22 de mayo de 2013

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Hace ya casi un año que dejé de postear. La vida, francamente, no me da. Pero hoy ocurrió algo especial. Luego de un día terrible en el que nada parecía cuadrar, encontrar su lugar, su centro, hoy amanecí a eso de las cuatro o cinco de la madrugada. A las 5:35 miré el reloj, me fui al baño para no despertar a D. y terminar de leer el gran libro de un amigo: La casa de K, de Héctor Toledano. No fue nada premeditado, había optado por dejar la satisfactoria lectura literaria a un lado por obligadas razones. Anoche, cuando ya no daba más para continuar con la teoría, me embarqué en las últimas setenta páginas. Pensé que en cualquier momento me quedaba dormida pero logré avanzar hasta que quedaron alrededor de veinticinco. Hoy, encima del frío azulejo, reparé en que justo se celebra la presentación por la tarde. Ora sí que como le escribí a Héctor: "sin querer queriendo".

Pensé que iba a estar muy cansada para la clase de yoga a las 8:00. Al menos, renuncié a irme en bici pues de ahí pensaba hacer la ruta hasta el Pedregal desde Coyoacán y dudé en poder llegar al esperado evento por la tarde. Una clase linda, muy profunda, el cansancio dio de sí y se volvió fuerza. Yo también reuní fuerzas para poderle soltar a mi maestro algo relativo a la práctica del yoga que rondaba mi cabeza desde el domingo. Algo que tenía que ver con "romperse la madre" en el mat y en otros rings, no sé si literal o metafóricamente, porque el domingo yo había decidido que tenía que romperme la madre en otros: era la celebración del cumpleaños número setenta de mi padre en nuestra casa y por la noche tenía que acabar, como fuera, una ponencia para revisarla y enviarla el lunes. Estuvo bonito haberme atrevido a decir que, en ocasiones, uno elige el mat pa' romperse la madre y otras veces en que no queda más que rompérsela en otros lados o, más bien, no romperse la madre en el mat porque queda todavía un día largo e intenso por delante -aunado a los eventos, mis niños mayores llegaban de Los Ángeles y no los veía hace una semana-, y pues uno no va a comenzar rompiéndose la madre en el mat si en una de esas se la va a seguir rompiendo todo el día. Hay veces en que uno elige la yoga como el último reducto, el único remanso de paz. Fue bueno haberlo dicho y sentir que el otro recibía el comentario con los brazos abiertos.

Después de la yoga tenía una cita con una ex alumna mía de la universidad donde doy clase y su socio, con quien hacía un rato que no le dábamos a la bici. Ya el pretexto era bueno. A K le di clases en un propedéutico de redacción antes de que entrara a la carrera y dos veces más en tronco común y Arte Contemporáneo. No sé, me sentí tan honrada. G había preparado unos bagels con salmón y queso crema para el desayuno y así se nos fueron las horas hasta que salí casi a la una de su despacho. Aprecio tanto esos momentos en los que me queda claro que hay futuro, que vale la pena dar clase cuando uno se topa con personas de esa especie. Ver los ojos de ambos, contemplarla a ella cómo se desenvuelve tan profesional, en una palabra: tan pro; ambos, tan llenos de proyectos, tantas coincidencias, tanto que dar, tanto por compartir. Por si fuera poco, ayer después de la medianoche me llegó un correíto de una ex alumna por fb que acaba de llegar de estudiar un semestre en Londres y me preguntaba sobre mis horarios para darme un libro que me trajo de Londres... Disculpen todos pero este post sí es un gran egotrip...

Me llegó el diseño primoroso de mis tarjetas personales para llevármelas a Bogotá en diez días, hechos por el Nene y Rafa.

Hoy es el día preferido de Anna pues es su clase de natación y me toca llevarla. Le compré lichis, the flavor of the month. 

T. tiene tenis y G, tae kwon do. Comerán hamburguesas invitados por su abuela a dos casas de la nuestra: todos y cada cada uno de mis hijos en su disciplina favorita y en su respectivo sabor del momento.

Hacia la tarde tocará celebrar a H. en la presentación de su libro y el domingo brunchearé con los chamaqueens. Son de esos dias en que uno se siente en deuda con la vida.