jueves, 13 de marzo de 2008

De las citas con el pasado (2)



Las juntas de trabajo en Universum (el museo donde trabajo hace casi dos años) suelen ser muy divertidas. Pero hubo unas pocas en las que impedía me invadiera el sopor por medio de la escritura. La foto arriba, es de un poster que se encontraba frente a mi vista mientras Lourdes y Emmanuel, los encargados de museografía, nos enseñaban las nuevas propuestas de armatostes modulares. Sirvió como pretexto para escribir el viaje delirante que presento con las debidas reformas posteriores y las atinadas correcciones del Vaquero, a quien se lo dedico.


Polinización

Murciélagos y polillas. Ciempiés, avispas, mariposas. A la derecha, un órgano de ochenta brazos cactáceos, poblado por un acné espinoso, veteado de aguijones variados en color que evitan cualquier posibilidad de pasear el dedo por la pulpa de su latitud carnosa. Árido según se le mire.

Miles, millones de años antes, el desierto era fondo marino. Desconozco qué especies mareaban al mar con su nado de trashumante, justo donde ahora la población de cactus espera, aburrida, la visita de un coyote perdido.

Me gusta imaginarme que entretanto vivieron dinosaurios de colores inexistentes en la actual existencia; que luego de ellos, hubieron batallas minúsculas entre la minúscula demografía de neanderthales. Y, que en el futuro, habrá guerras semejantes a las peleadas por Mad Max, sobre la grupa de Harleys destartaladas y Hummers oxidados, amnésicos de los tiempos placenteros en los que corrían por caminos pavimentados, sombreados por ahuehuetes.

Los caballos tampoco recordarán que fueron salvajes en ese país porque estarán extintos. De su huella sólo quedarán las osamentas ocupadas por los insectos que las utilizarán como vivienda, en la espera de tiempos mejores.

A lo largo de ese largo y fino hilo sedoso que es el tiempo, subsistirá la abeja. Nacerá de la pérdida y la polinización de algún extracto marino; abrevará en flores carnívoras superiores a los dos metros; se refugiará debajo de la arenisca, lanzará rayos ultravioleta que eviten la pisada de un animal viejo, enfermo o enojado. Polinizará las escasas flores que peinan la cabeza de las biznagas. Volará nauseabundamente ante el escaso trabajo que le depara el valle de Cuatro Ciénegas y recordará -finisecularmente- cuando era un ser unicelular, una bacteria que semejara la vida en el valle del lejano Marte.

3 comentarios:

David Miklos dijo...

Gracias por la dedicatoria, Vaquerita. Me gusta mucho el texto-viaje.

Anónimo dijo...

Hola amiga!

Me había metido a tu Blog anteriormente y había leido cosas buenísimas e interesantes que has venido escribiendo a lo largo de estos tiempos.

Pero hoy me pasó una cosa muy linda con respecto a tí y la quería compartir contigo.

Siempre te tengo en mi mente pero por alguna razón, últimamente me he estado acordando muchisimo de tí y como no estabas en línea, decidí acudir a tu blog para ver como estabas.

Comencé a recorrer tu blog y como siempre, me encontré con historias atrapantes, genuinas y que vienen del corazón.

Pero hoy mientras iba leyendo tus nuevos textos, mi mente comenzó a abstraerse de verte como una amiga que escribe y me permitió conocer a Maria Paz Amaro: la escritora.

Una escritora con todas las letras.

You've come a long way baby!

María (ahora en paz) dijo...

Bueno, bueno, escritora haciendo sus pininos. Ya veremos en el futuro, si las letras abrevan en buen cauce. Me encanta que entres y que leas. Finalmente, lo importante es compartir.
Un abrazo grande, grande, intercontinental hasta tí.