domingo, 20 de septiembre de 2009

María Terremoto at the steering wheel



Al mediodía del 15 de septiembre me disponía a subir por Av. Juárez rumbo a mi hogar tras haber recogido a mi par de fieras. Días antes, vaticinaba el clásico caos que rodean estas fechas pero no adiviné que la avenida principal de Tlalpan estuviera deliberadamente cerrada por un trío de policías que, por sus dimensiones, semejaban a tres enormes orangutanes, conos de plástico y cilindros viales incluidos.

Con todo, reparé en que los dos automóviles delante de mí habían bajado cortésmente su ventanilla, explicado algo a uno de los policías, quienes habían bajado de forma automática una suerte de cinta adhesiva de aquellas que suelen utilizar en las zonas de crimen, catástrofes, etc. Supuse, como era lógico, que dichos autos eran vecinos de la colonia, hecho por el cual, comprensiva y justificadamente los habían dejado pasar. No dudé en hacer lo mismo ya que mi calle hace esquina con Juárez. A menos que me metiera en sentido contrario, no había forma alguna de acceder a mi casa.

Lo que siguió es, más o menos, la transcripción del diálogo con Orangután 1:

María Terremoto (en adelante, MT): Buenas tardes, oficial. Vivo en ______ esquina con Juárez.
Orangután 1 (O.1): Permítame su credencial de elector.
MT: No tengo credencial de elector, oficial. No nací en México.
O.1: Entonces, su comprobante de domicilio.
MT: Oficial, no llevo uno conmigo. Además, rento la casa en la que vivo. Ninguno de los documentos oficiales ni la correspondencia llegan a mi nombre a ese lugar.
O.1: ¿Cuánto tiempo lleva viviendo ahí?
MT con cara de perpleja: Pues casi un año... ¿Por qué la pregunta?
O.1: ¿No cree que ya va siendo hora de que regularice sus documentos?
MT: No lo creo, oficial. No sé por cuánto tiempo más viviré allí. De cualquier manera, no entiendo a qué viene su pregunta. Voy a mi casa, vengo de recoger a mis hijos del colegio. Si usted gusta, nos puede acompañar y corroborar la dirección anterior.
O.1: No puedo dejarla pasar si no es por medio de la presentación de algún documento que compruebe su domicilio.
MT: (¡¡¡!!!) Oficial, acabo de ver que usted dejó pasar a dos automóviles antes que nosotros.
O.1: Porque me enseñaron su credencial de elector.
MT: Lo dudo mucho. Sin embargo, no le estoy mintiendo. Voy rumbo a mi casa. Si lo desea, le repito, nos puede acompañar.
O.1: Si no me enseña su credencial de elector no la puedo dejar pasar.
MT: Pero oficial, le acabo de explicar...

Acto seguido, Orangután 1 se dio la media vuelta, comentó algo a sus compañeros que no alcancé a escuchar pero que provocó que, momentáneamente, me hicieran señas frente al parabrisas para que me moviera en reversa. Mis hijos, que bien me conocen y cuyas fantasías infantiles hacen confundir a un policía con un híbrido mezcla de héroe e impostor, comenzaron a gemir y a intentarme convencer de que les hiciera caso. Demasiado tarde, había comenzado a sentir hervirme la sangre y reconocer los síntomas que le siguieron: el impulso ciego, la impotencia, la incredulidad...

Decidí no moverme, pese a que media Avenida San Fernando había comenzado a tocarme el claxon. Detrás de mí, un taxi envalentonado que, de cualquier manera, impedía que yo hiciera cualquier movimiento. Los policías procedieron a convencer a dicho personaje para que se moviera y Orangután 1 me pidió que abriera mi ventanilla: "¡MUÉVASE!, ¡ESTÁ IMPIDIENDO LA AFLUENCIA DEL TRÁFICO!" (o algo así).

MT: No me voy a mover hasta que no me deje pasar. Ya le expliqué y me parece absurdo tener que venir con un comprobante de domicilio en la guantera para hacer realidad los caprichos de alguien tan incongruente como usted.
O1:¡Entonces oríllese y vaya caminando por su comprobante de domicilio! Así sí la dejo pasar.
MT: Estoy embarazada y llevo a mis hijos conmigo. No voy a caminar hasta mi casa para cumplir con su berrinche.

Acto seguido, el oficial hizo un ademán que simulaba la indiferencia extrema. Para mis adentros, dije: "A ver quién se cansa más rápido". A esas alturas, mis hijos ya estaban al borde de la histeria y me imploraban que hiciera caso a los oficiales. En aquel momento, debo confesar que era lo que menos oía: Su débil aunque permanente murmullo comparado con la serie de pensamientos que invadían mi precaria paz.

Entonces, sin pensarlo ni por dos segundos, metí el clutch, puse primera y aceleré por encima de los cilindros de plástico y la cinta adhesiva, no sin escuchar ya detrás de mí, a Orangután 1 mentándome la madre. Lo siguiente fue rememorar algunas escenas de Uma Thurman en Kill Bill pero, sobre todo, el final de Thelma & Louise mientras mis hijos deliraban de terror al ver que en cada bocacalle que atravesábamos, otro contingente de policías con radios nos hacían señas con los brazos. Yo mantenía, impasible, la misma velocidad pese a que me había llevado conmigo uno de los cilindros que hacía un ruido sordo en la parte baja del auto. Llegamos a salvo a la casa mientras mi corazón latía a mil por hora y las imágenes en mi cerebro se atropellaban unas a otras: las heroínas seguidas del "si hubiera" mezcladas con escenas infantiles cuando reviví momentos similares con mi padre al volante.



Sólo de una cosa me arrepiento: de haber hecho vivir a mis hijos la misma angustia que yo pasé innumerables veces con mi padre cuando se peleaba a golpes en la librería con presuntos ladrones, cuando se peleó a golpes con el vecino por problemas de estacionamiento, cuando osó entrar a una sala de cine mientras terminaban de hacer la limpieza, no sin evadir a los guardias que lo impedían; cuando estuvo a punto de abofetear a mi tío frente a toda la familia, cuando el mentado helado en Danesa 33 del que ya hablé... Mea culpa, mea maldita herencia genética. Maldito orangután. Viva México y las absurdas cotas de poder.

12 comentarios:

Monserrat sin t. dijo...

¡No puede ser! me da risa la escena porque sí parece de película. Pero supongo que el coraje que te hizo pasar "la autorida" no era para menos.

Y ya le diste su primer toque de adrenalina y bilis a tu bebé, de eso ya no hay vuelta atrás.

María (ahora en paz) dijo...

Pobre futura generación. Con qué clase de autoridad tendrán que lidiar...Abrazos

David Miklos dijo...

Tenemos problemas con la ley de la calle, con la ley del súper y con la ley de las "críticas" de arte indignadas con el presente... Ay, la ley. Muy buena entrada, corazón.

María (ahora en paz) dijo...

No hay a cuál irle aunque prefiero Orangután 1 a la ignorancia disfrazada de sapiencia de AL. Te beso.

Anónimo dijo...

Que bárbara!!!Como disfruto el leerte y que terrible que tenga uno que tratar con seudopolicias (que como dice mi marido, no rebuznan porque no le dan al tono) es trágico que en manos de esos animales estemos. Y vaya que sí!!! Eres María Terremoto

Saludos y mil felicidades tu embarazo.

SAN

María (ahora en paz) dijo...

¡Muchas gracias SAN! A mí me da más gusto que te diviertas al leerme. Enhorabuena y gracias dobles por la felicitación recibida.

arh dijo...

Es increíble México. Ayer pasé por una historia similar al tratar de darme de alta como patrón en el IMSS. Es indignante la falta de capacidad de tantas cosas en nuestro país, tanta falta de sentido común, tantas ganas de joder y de trabajar lo menos posible con cara y actitud de desgano. Cultura, política, sector salud, seguridad de todo no se hace uno. Llorar, reir, temblar de rabia? cómo se hacen las cosas bien en éste País?

María (ahora en paz) dijo...

¡Gracias, Arh!
Pues un tanto de mesura y otro de paciencia fue el último consejo que recibí. Cómo podríamos transformar nuestra sociedad es lo que se vuelve el gran dilema.

Axel dijo...

Tengo que admitir que me dio mucha risa leer esta entrada... Me imaginé perfecto la escena y la imagen que agregaste al final fue la cereza del pastel jajaja. Tus niños gritando, tu cara enojada... ¡Ah! Jajajaja... (: Saludos MP!

María (ahora en paz) dijo...

JAJAJAJA, Qué bueno que te divirtió. Abrazo!

Lorena Delgado dijo...

Chiquitina...
Sagitario tenías que ser...! no nos gusta dejarnos nada de nada y si se trata de una injusticia menos...! Acabo de conseguir que me devuelvan todo el dinerito (que no me sobra ni remotamente) que pagué por un curso que salió re chafa... efectivamente, a ver quien se cansa primero... y cuando nos trepamos en el burro, a ver quien nos baja, y tratándose de la autoridad, que como yo diría, no son más nefastos porque no se entrenan, que si lo hicieran ahi te encargou! muchos besos Encantou, te quiero!

María (ahora en paz) dijo...

¿El de foto? Ya me contarás el lunes. Uy, tengo desolado este blog, ojalá y Anna traiga con ella tiempo e inspiración. ¡Te mando muchos besos en el inter!